Estamos
todos reunidos en la sala central de la posada. Herge, Jersa, Nuar, Lenger,
Jeves, Greson; Rubles, que era el alcalde de Garien y ahora es el líder de los
civiles; Bilga, la esposa del alcalde que se encarga de controlar nuestros suministros,
y también Merfia… está sentada cerca, mirando a ninguna parte. Todavía no ha
hablado desde que la violaron, pero siempre que puede esta en las reuniones
aunque no parece prestar atención.
En
estos días solo han llegado un par de carros de provisiones Fergos desde
Bregis, les dejamos pasar como si todo fuera normal y les emboscamos dentro de
la ciudad, necesitaremos toda la comida que podamos almacenar dentro de poco.
El ambiente en la ciudad es tenso, no sabemos cuando comenzaremos a luchar y
también esta el tema de los cadáveres, que no son pocos. El Maestro Salvin
llego ayer, junto a Rubles y Bilga, y desde entonces ha estado examinando los
cuerpos.
Estamos
apostando todo por esta estrategia pero no podemos obviar algo tan perturbador
como es que tus amigos y familiares estén siendo “poseídos” por tus enemigos,
porque entre todos hemos reconocido a más de veinte personas, y no solo de
Garien o Yulames, también de Bregis y de Drosura, gente que vimos morir poco
antes de las primeras heladas del invierno.
Aún me
viene la imagen del cuerpo del Capitán Ferzif, muerto por segunda vez frente a
la posada, he tenido pesadillas con el en estos días donde aparecía diciéndome
que todo era culpa mía y que pronto me reuniría con ellos en Emgorth. Aún estoy
pensando en ello cuando las puertas se abren.
El
Maestro entra en la sala y Herge se apresura en ayudarle a tomar asiento. Todos
le observamos, expectantes, esperando sus conclusiones. Se le ve cansado, pero
¿cómo debería estar después de pasar la noche entera entre muertos? Por no
decir que son los cuerpos de los que una vez fueron nuestros compañeros y
amigos.
- He
examinado a fondo a todos ellos, y puedo decir que todos fueron mortalmente
heridos con anterioridad, - anuncia con voz cansada - luego han sido
“reparados” y les han insertado una esfera en la nuca como esta. - Salvin deja
una pequeña esfera de un color azul blanquecino encima de una mesa antes de
continuar, algo parece moverse dentro - Creo que son almas… de Fergos, muertos,
que han sido puestas ahí mediante el uso de una magia que desconozco. Se ponen
bajo el cerebro - dice señalándose la nuca - y si el cuerpo esta “sano”, son
capaces de tomarlo. Con ello también logran las habilidades de los
“propietarios” originales de los cuerpos. - Así que son “poseídos”… ¿qué clase
de locura es esta?
- ¿Han
invocado las almas de sus caídos desde Emgorth? - pregunta Jeves. El recuerdo
de mis pesadillas vuelve a atacar cuando escucho el nombre del mundo de los
muertos.
- No lo
se, pero creo que no. Pienso que en verdad pusieron la esfera en los “elegidos”
mientras estos aún estaban vivos, y después, mediante algún ritual, se
sacrificaran para “entrar” en ella. Pero realmente no puedo asegurar nada de
esto porque es una magia totalmente desconocida para mí. - Creo que ahora
entiendo menos que antes.
- Ya
veo, ahora lo entiendo. - todos miramos a Greson, que parece hablar para sí
mismo. ¿Qué “entiende”? - Esto explica muchas cosas.
- ¿Qué explica esto? - pregunto rápidamente.
-
¿Nunca os habéis preguntado cómo es posible que los Fergos lleven cinco años
invadiendo todos los reinos del norte y que nunca se hayan quedado sin
soldados?
Todos
nos quedamos un momento en silencio. Simplemente había pensado que contaban con
una gran fuerza militar, pero ciertamente es extraño… no hacen capturas, y por
lo que sabemos matan a toda la gente indiscriminadamente, pero tienen todo el
territorio conquistado bajo control, y eso lo sabemos por que lo hemos
comprobado, y es imposible que un solo país tenga soldados suficientes para
medio continente.
-
Entiendo lo que quieres decir, pero… - parece que Nuar también ha comprendido
de que va esto antes que yo - aunque estén utilizando los cadáveres de sus
enemigos ¿De dónde sacan tantas almas para tantos soldados?
- Eso
es simple cuestión de tiempo. - responde Greson como si todo fuera obvio.
-
¿Tiempo? - esta vez es Lenger el que pregunta - ¿Quieres decir que han estado
“cosechando” sus almas durante años? ¡Se necesitarían siglos para conseguir
suficientes almas para semejante ejercito!
-
Bueno, el Rey de Fergoloth ya tiene más de ciento veinte años… - ahora es Jersa
la que aporta sustancia a la teoría - y ahora que lo pienso, creo que eso
también es extraño.
-
¿Quieres decir que su Rey también usa una esfera para ir “renovando” su cuerpo?
- Y ahora fue el turno de Herge de preguntar, que parece tan perdido como yo.
- No lo
se, pero con semejante historia, no me extrañaría… piénsalo, ¡es lo mas
parecido a la inmortalidad que puedes encontrar!
- ¿Y
porqué piensas que es así? - nuevamente Nuar.
-
Bueno, primero esta esa esfera que esta allí brillando y la deducción del
Maestro Salvin; luego la “extraña” longevidad del Rey Fergo, ¡y quién sabe si
en verdad tiene solo un siglo de vida! - ¡cómo si un siglo fuera poco tiempo! Estoy
cada vez más perdido.
- Además
esta lo que nos contaste sobre el que “ocupaba” a Ferzif. - Añade Greson. Eso último
es ciertamente extraño… Nuar nos contó que el Capitán Ferzif se hacia llamar
“Deister” y que no era en absoluto como él, pero no sabía explicarnos más.
- ¿Qué importancia
puede tener si se comportaba como un capullo integral? - replica Nuar.
- No importa
si era un estupido o no, - responde Greson - hablo de su nombre. - Todos nos
quedamos mirándole y esta vez no soy el único que no parece entender nada. - Vosotros
sois demasiado jóvenes… Salvin debía ser un crío cuando yo escuche de ese
“Deister”. - Ciertamente eso debió ser hace bastante tiempo. - Era un general
del ejercito Fergo cuando yo no era mas que un simple soldado, hace ya cincuenta
años. De él se contaba que era alguien cruel y despiadado, y que una vez lanzo,
a los soldados y civiles que había capturado, con catapultas a la ciudad que
estaba asediando… vivos. Se podían escuchar sus gritos mientras caían. - Por
alguna razón, esta revelación no me sorprende.
Un
momento de silencio se impone en la sala. Todos están pensando sobre lo que ha
averiguado Salvin y las deducciones de Greson, y yo me siento extrañamente
aliviado de que en realidad no fuera al capitán Ferzif a quien matamos, pero
realmente no importa cuanto se piense en ello y ya me esta entrando dolor de
cabeza… si no vamos a llegar a ningún lado, es hora de decidir que hacer.
- De acuerdo,
entonces los Fergos cuentan con este sistema, extraño cuanto menos, para tener
a sus soldados “activos”, - sentencio - lo cual quiere decir que no importa
cuantas bajas tengan, siempre se van a reponer. ¿Cómo lo remediamos y como
afecta esto a nuestro plan? - Miro uno por uno a todos los presentes.
- Sin
no hay cuerpos, no hay nada que ocupar, ¿no? Quemémoslos. - El alcalde Rubles
es el primero en participar.
- En
verdad bastaría con que el cuerpo no tenga algún órgano vital o cualquier otra
cosa que sea “irreparable”, - añade el Maestro - pero estoy de acuerdo con
Rubles en que lo mejor y más “digno” es, si hay tiempo, incinerarles. - El voto
de Salvin apoya al alcalde - Además de que estas esferas, - toma la de la mesa
en su mano y la levanta - son realmente frágiles. - Deja caer la esfera que se
hace añicos en el suelo, dejando escapar una especie de humo blanquecino que se
desvanece en el aire.
- ¿Un
golpe fuerte en la nuca podría romperla? - Pregunta de inmediato Greson.
- Sí,
de hecho, varios de los cadáveres que tenemos aquí tenían la esfera rota,
seguramente por eso mismo.
-
Entonces rompemos esferas y quemamos cuerpos. - Bien, este tema esta avanzando.
- Además sabemos que la nuca es su punto débil. ¿Qué hay del plan? - Pregunto.
Un pequeño momento de silencio.
- De
momento, nada ha cambiado… - dice Greson.
- Pero
pronto se darán cuenta de que conocemos su debilidad, y cuando lo hagan
seguramente respondan a ello con mucha fuerza. - Interviene Bilga.
- Y
también tenemos que decírselo a nuestros aliados Gilhenses. - Añade Rubles en
apoyo a su mujer.
-
Seguramente cambiarán todas sus estrategias… - parece que Lenger este pensando
en voz alta más que hablando con nosotros - pero eso es algo que en realidad ya
esperábamos cuando vieran que ya las conocíamos, lo malo será que se volverán
mas prudentes.
- Hasta
ahora debían estar muy confiados por que pensarían que podían “volver”. -
tercia Nuar.
- Y eso
lo demuestra lo poco que les importa atacar de frente una y otra vez sin
molestarse en cuantas perdidas puedan sufrir. - Agrega Herge.
- Eso
también jugara en nuestro favor de momento, - interviene Salvin - mientras
crean que pueden regresar seguirán atacando salvajemente sin saber que no volverán
a la vida. Podemos usarlo para ganar esta batalla.
- Pero
necesitamos un plan para la siguiente. - Dice Jeves.
-
Debemos andar siempre por delante de ellos si queremos ganar. - Añade Lenger.
-
Necesitamos más fuerza para ganar la guerra, por eso tenemos que conseguir la
ayuda de los Gilhenses, - añado - si no logramos aquí una victoria, olvidaros
de ganar la guerra. Tenemos… - un soldado irrumpe en la sala de improviso.
-
¡Capitán Greson! ¡Un gran grupo de enemigos se acercan desde el norte, parecen
tropas de los grupos de asedio!
-
¿Cuántos son?
-
Calculamos que son al menos un centenar, puede que más. - Así que ya vamos a
comenzar la verdadera acción, la emoción y el nerviosismo comienza a invadirme
¿Saldrá todo bien?
- ¡Qué
todos ocupen sus posiciones, preparad la emboscada! - Ordena Greson
inmediatamente.
La reunión
queda disuelta y nos preparamos para recibir al enemigo… seguramente sea el último
al que podremos hacer una emboscada, pero ya esta todo planeado, ahora es
cuando ya no hay marcha atrás.
La
ciudad entera esta preparada, tenemos arqueros arriba de la muralla junto a la
puerta, agachados para que no se les vean; el resto de soldados no usuarios de
magia se esconden en los callejones esperando la señal y los magos entramos en
los edificios cercanos, situándonos junto a las ventanas, listos para lanzar
hechizos, menos Lenger que sube encima de la puerta vestido de Teniente Fergo.
Dejamos que se aproximen sin que sepan lo que les esta a punto de ocurrir.
Desde
mi ventana solo puedo ver a Lenger asomándose por encima de la puerta, esta
hablando con el que sea que este al mando, al poco rato se da la vuelta y
ordena que se abra la puerta en perfecto Fergoniano y veo a nuestros enemigos…
ciertamente son muchos, demasiados como para matarlos a todos; pero eso no es
lo que queremos… entran tranquilos sin saber que no están entre amigos,
sobretodo gracias a que nuestra gente, que mejor habla Fergoniano, les están
saludando en su idioma… ya casi están la mitad dentro de la ciudad…
-
¡¡¡AHORA!!! - el grito de Greson parece resonar en toda la ciudad, me asomo a
la ventana con una bola de fuego eléctrica en las manos y la lanzo justo al
centro de la puerta matando a un grupo de soldados, la puerta es inmediatamente
cerrada dejando a la mitad de los enemigos dentro y la otra mitad fuera. Nuestros
soldados les rodean cortándoles cualquier ruta de escape dentro de la ciudad, mientras
les abrumamos por la cantidad de hechizos y flechas que les llueven de todas
partes; los soldados de la muralla lanzan aceite hirviendo y flechas de fuego,
a los que se han quedado fuera, bañándolos en llamas. Igual de rápido que todo
ha comenzado, todo termina.
El caos
ha durado tan solo tres minutos. La calle principal esta plagada de cadáveres
de los Fergos que entraron. Salgo del edificio y subo a la muralla junto a
Lenger, y miro al otro lado, puedo ver que también hay muchos cuerpos al otro
lado de la puerta y otros más desperdigados por el camino que va hacia el
norte. Aún veo las siluetas de los supervivientes que han logrado huir…
-
¿Cuántos han logrado escapar? - Pregunto a Lenger.
- Unos
veinte, no creo que lleguen a veinticinco. - Me responde.
- Un
resultado mucho mejor de lo que esperábamos. - Y ciertamente no esperaba que
tan pocos lograsen huir… ahora puedo ver que eran unos ciento cincuenta
enemigos, setenta entraron en la ciudad y su sangre esta ahora regando la
calle, y muchos otros cayeron ardiendo con el aceite y ensartados en flechas, frente
a las puertas.
-
Vamos, debemos continuar la reunión, ya no nos queda tiempo. - Lenger tiene
razón. Pero primero tengo que ocuparme de otras cosas aquí…
-
Adelántate tú, tengo que poner un poco de orden aquí antes… tengo que hacer de
líder de vez en cuando.
Lenger
se dirige hacia la posada mientras yo me acerco a Greson que esta hablando con
su Teniente favorito, Roice, un hombre inteligente y muy leal… demasiado leal…
si Greson le ordenase que me mate durante una batalla, el lo haría sin
cuestionar y eso es algo que me hace temerlo, si algún día Greson cae… no se
que pasaría…
-
¡Greson! - le llamo - antes de continuar con nuestra reunión, quiero que
preparen la herrería de la ciudad como incinerador y que comiencen a quemar los
cuerpos. También que se aseguren de destruir todas las esferas, no tendremos
mucho tiempo para ello después.
-
Entiendo, Roice se ocupara de todo. - Me dice poniéndole la mano sobre el
hombro.
- ¿Qué
cuerpos hay que quemar y dónde están esas esferas, señor? - Le pregunta, como
el que pregunta “¿dónde esta la basura que hay que tirar?”. Yo me dirijo hacia
la posada mientras Greson le da explicaciones a Roice y en la entrada puedo ver
que están Rubles y su esposa, Bilga; están hablando con Nuar y Jersa y parece
que sea de algo preocupante.
-
¿Ocurre algo? - Les pregunto, sus caras parecen realmente ansiosas por algo.
- Es
Merfia, - me responde Bilga - no quiere venir con nosotros. - Rubles y Bilga
tienen que volver con el resto de civiles antes de que la ciudad acabe
completamente rodeada, aunque el Maestro Salvin se quedara para ayudarnos en lo
posible.
-
¿Dónde esta?
- Allí,
junto al mostrador, mirando el techo. - Señala hacia el interior de la posada y
veo a Merfia donde me han dicho, mirando el techo como si en el estuviera la
joya mas bonita e hipnotizante del mundo. Me acerco a ella y miro hacia donde
ella dirige su mirada, pero tan solo veo el techo de madera.
-
Tienes que irte con Rubles y Bilga. - Le digo no muy convencido. - Este sitio
no es seguro y pronto estará rodeado por cientos de soldados enemigos. - Mis
palabras se pierden en el vacío. ¿Qué debería decir o hacer? - ¿Te quieres
quedar con nosotros? - No se por que le he hecho esa pregunta pero por un momento
me mira directamente a los ojos… solo son tres segundos, pero me parece una
eternidad, su mirada está completamente vacía de emociones, como si se tratara de
un lago de aguas cristalinas, pero sin peces… por un momento juraría poder ver
algo en el fondo, pero ella se gira y entra en la sala donde nos reunimos; se
sienta en la misma silla en la que estaba durante la reunión anterior y vuelve
a mirar hacia el techo.
Bilga
se acerca para hablar conmigo.
- En
este medio año, es la primera vez que ha mirado a alguien a los ojos. - Dice. -
¿Deberíamos dejar que se quede?
- No lo
sé, pero parece que es lo que ella quiere…
- Eso
no tiene por que ser lo mejor.
-
Quedarse en una ciudad rodeada de enemigos y aislada del resto del mundo, nunca
es lo mejor, pero las personas no nos movemos por lo que es mejor o peor, sino
por lo que creemos correcto. - Silencio… ¿Debería de obligar a Merfia a irse?
Mi mente me dice que debería hacerlo, pero algo en la mirada que hemos
compartido me dice que la deje hacer lo que quiere…
-
Sabes… yo estaba de acuerdo con Merfia sobre ti, lo de que no eras un buen
líder, - la espontánea honestidad de Bilga me sorprende entre mis pensamientos
- y sigo creyendo que no tienes madera de líder… te faltan cosas para ello…
pero he de admitir que tu determinación y tu forma de pensar es la correcta.
Cuídala bien. - Dicho esto se da la vuelta y sale de la posada, recoge sus
cosas con su marido y se van de la ciudad mientras Nuar y Jersa entran para
seguir con la reunión.
Miro a
Merfia, sentada con la mirada perdida en el techo; su pelo esta volviendo a
crecer y la luz arranca destellos dorados de él. - No debo de distraerme. - me
digo por dentro. Sacudo la cabeza para alejar mis ideas sobre Merfia y entro en
la sala con los demás. La batalla decisiva no esta lejos, y debemos estar
preparados.
Porque con el horario de trabajo que llevamos, no tengo tiempo para conectarme más a menudo. Pero cuando lo tenga, una vez a la semana me va parecer muy poco.
ResponderEliminarJajaja, ¿pues que te crees que me pasa a mi con el manga? Que siempre tengo que esperar otra semana para dieciseis cochinas paginas.
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