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miércoles, 2 de enero de 2013

Yingzar - Capítulo 6



No hay muchos placeres comparables a tomarse un baño caliente por la mañana, y cuando te encuentras en guerra, pocas veces tienes la oportunidad de darte el capricho. Nos han llegado noticias de que los Fergos ya saben sobre la gran derrota que han sufrido, pero también parecen saber que conocemos su debilidad, así que todavía no han atacado, ni parece que lo vayan a hacer pronto. Aunque no entendemos como lo han averiguado, eso nos ha dado un tiempo tranquilo durante estos últimos días, tienen miedo; y aún a riesgo de confiarme demasiado, harto de casi no tocar el agua por miedo a ser atacado mientras estoy desnudo, he decidido darme este capricho que no sabré cuando podré volver a darme… pero claro, siempre tiene que suceder algo que rompa con la esperanza de disfrutar tranquilo, y esos son los sonidos que oigo a pesar de que hace solo veinte segundos que acabo de entrar en la bañera.

- ¡Ying! - Grita Greson mientras aporrea la puerta. - ¡Sal de ahí, tenemos visitas importantes! - Por el tono supongo que al fin ha llegado el mensajero del rey de Gilhon, que ya era hora, pero ahora mismo no me importaría que hubiera tardado un poco más… aunque solo fueran diez minutos.

- ¡Ya salgo! - Meto la cabeza unos segundos dentro del agua y me froto el pelo antes de salir de la bañera. Me seco con la toalla y me visto, echo hacia atrás el pelo con las manos y salgo para encontrarme a Greson esperándome junto a Merfia, a la que me quedo un momento mirando. ¿Qué hace aquí?

- Date prisa muchacho, no es tiempo de babear. - Me apremia mientras se va escaleras abajo.

- ¿Por qué tanta prisa? Es solo un mensajero.

- No es solo un mensajero, el propio Rey Bergauen ha venido, y se trae con él a su comandante y al menos mil soldados. - ¿El propio Rey de Gilhon ha venido en persona? ¿Por qué?

Maldición. ¿Debería haberme puesto mejor ropa? Que tontería, si no tengo mas ropa que esta. Va a pensar que soy un mendigo. ¿Y a quién le importa eso? ‹Déjate de gilipolleces, Ying.› Me digo a mí mismo. Salimos de la posada y nos dirigimos de inmediato hacia la puerta, donde ya se encuentra Ar con sus capitanes y tenientes listos para recibir al Rey.

- Llegas justo a tiempo Ying, a su alteza no le suele gustar que le hagan esperar. - Y hablando de la alteza, ahí esta, entrando en la ciudad en un gran palanquín dorado llevado por ocho sirvientes, parece que alguien más se encuentra dentro del palanquín con él, pero unas cortinas amarillas de lo que parece ser seda no deja ver bien el interior.

Una especie de mayordomo grita algo de lo que solo entiendo el nombre de su señor, pero viendo que todos los gilhenses se arrodillan creo hacerme una idea de lo que acaba de decir e indico a mis hombres que hagan lo propio mientras, la persona más gorda que haya visto jamás, baja. ¿Enserio con solo ocho hombres son capaces de llevarle en su palanquín? No me gustaría estar en su piel. Su barriga es al menos tres veces más grande que la de Ar y sus gruesas piernas no parecen querer soportar su peso, viendo la forma de andar. En la cabeza tiene una corona dorada con topacios amarillos adornándola. Esta claro que este es Bergauen, Rey de Gilhon, pero nunca me imagine que fuera tan… grande. Con una señal de la mano todos nos levantamos, y habla con un guerrero que tiene una armadura completamente amarilla. Por el símbolo que tiene grabado, diría que es el comandante del ejercito; es alto y se le ve fuerte, lleva una gran espada colgada a su espalda y sus ojos parecen los de un animal salvaje a punto de matar a su presa.

Se acerca a Ar e intercambian unas palabras que nuevamente no logro entender, mientras del palanquín baja su segundo ocupante, que es un joven de apenas veinte años con el pelo de color azul perfectamente arreglado. ¿Será el hijo del Rey? Si es así, ahí un mundo de diferencia entre los dos… y el Rey se lo ha comido. El chico es delgado y se le nota entrenado, aunque no lleva ninguna espada, también se le puede ver que es de una familia con poder solo por la forma que tiene de moverse. Ar me presenta a su comandante que extiende una mano en forma de saludo, y mientras la estrecho me dice unas palabras en gilhense que no entiendo pero Greson se apresura en ayudarme.

- Quiere que entremos y preparemos un lugar para hacer una reunión con su alteza e invitados.

- Por supuesto, de inmediato. - Ar se ocupo de transmitir el mensaje a su comandante y Greson mando enseguida a unos soldados a la posada para que bajaran un sofá, que había en la planta de arriba, para que su majestad pudiera sentarse… y hace bien por que no creo que tengamos sillas de su tamaño, igual que tampoco parece tener intención alguna de saludarnos siquiera. Empieza a caerme “gordo” este Rey. No se porqué, pero no puedo parar de pensar en mil formas de reírme de él. Bueno tampoco es como si las fuera a entender.

Entramos en la sala de reuniones que ya esta debidamente preparada con el sofá. A su majestad no parece gustarle por la mirada que pone, pero se sienta igualmente murmurando palabras que sigo sin entender… esta reunión se va a hacer muy larga para mí. Cuando estamos todos sentados, Ar se ocupa de hacer las presentaciones, empezando por mí y terminando por los invitados que acabamos de recibir que, aparte del enorme Rey de Gilhon y el comandante del ejército, esta el cuarto hijo legitimo del rey de Drosura, que tuvo con su quinta esposa, y heredero al trono desde la muerte de su padre y sus tres hermanos mayores a manos de los Fergos. La noticia de que ahora mismo somos una compañía de “mercenarios” parece llamarles mucho la atención.

- A su alteza y a nuestro invitado les gustaría poder contratar vuestros servicios. - Ar nos esta haciendo de interprete, aunque se que tanto Greson, como Nuar y Salvin saben hablar también gilhense, pero es mejor que sea alguien de confianza para ellos, además que no podrán hablar de nada extraño sin que nos enteremos de todas formas.

- ¿De qué manera? - Respondo y espero mientras el mensaje es nuevamente transmitido y llega la respuesta… que esta siendo bastante larga.

- Quieren que reconquistéis Drosura para el heredero del trono, a cambio os darán oro y equipamiento.

- No me interesa el oro. Aquí me sirve de poco y allí de menos. Necesito gente y ayuda para eliminar a los Fergos, no solo de Drosura, no terminaremos hasta que el Rey Fergo caiga. - Nuevamente espero mientras hablan entre ellos. No se que trato tendrán entre ellos para que quieran ayudar al joven “invitado” en su reconquista del país, pero me da igual mientras después me ayuden a seguir. No se que están diciendo pero parece que a Greson parece gustarle lo que esta escuchando de boca del comandante.

- De acuerdo, os darán equipamiento y también os acompañaré yo con seiscientos hombres para ayudaros en la reconquista. A cambio os ayudaremos a expulsar a los Fergos de Bregis, de la cual queremos quedarnos con la mitad norte y os dejaremos la sur, pero no iremos más allá. Su majestad no quiere que nos alejemos mucho. - ¿Y esto es lo que le alegraba a Greson? ¿Qué nos usen para reconquistar un país y ampliar otro y para luego dejarnos a nuestra suerte? Greson se acerca a mí y me susurra al oído.

- La oferta no es tan mala como pueda parecer, si lo logramos atraeremos a mas gente que querrá unírsenos y podremos continuar con nuestra campaña por nuestra cuenta, mientras que de otra manera dependeríamos por completo de los deseos de estos reyes que pueden decidir en cualquier momento dejarnos tirados, pero no lo harán mientras estemos cumpliendo con sus mismos propósitos. - Pensándolo de esa forma, tiene razón, pero no sabemos quienes se van a unir a nosotros… creemos que en algún lado deben haber supervivientes de los países conquistados, puede que incluso mas yulamianos, que podrían querer unírsenos, pero no estoy dispuesto a ceder tan fácilmente…

- Quiero el control de esta ciudad mientras dure nuestro contrato y también el setenta y cinco por ciento de los suministros que capturemos, nosotros no tenemos campos ni granjas de las que sacar alimentos. También nos quedaremos con el veinte por ciento de los botines que logremos, será para poder compraros más equipamiento después del fin del contrato, así que os será devuelto gradualmente. Y por último, pero no menos importante, queremos enviar reclutadores a vuestras ciudades y me gustaría que contaran con el beneplácito del Rey debidamente formalizado, mediante cartas con el sello real, que los reclutadores llevaran para que les permitan entrar en ciudades y recibir comida y alojamiento tanto para ellos como para los reclutas. - Los que me han entendido en la sala se han quedado con la boca abierta y los que no miran a los demás con clara confusión.

- Pero Yingzar, eso… - Intenta protestar Ar.

- Esto es innegociable. - Le respondo mirando fijamente los ojos del seboso Rey.

Ar les da mí contra oferta, que no parece agradarles demasiado, y no hace falta conocer ningún idioma para entender que lo están rechazando.

- Lo siento Ying, pero dicen que pides demasiado.

- De acuerdo. Greson. - Digo mientras me levanto. - Que los muchachos recojan sus cosas, nos vamos. - Y acto seguido se levantan todos para marcharse conmigo de la sala. El joven heredero grita algo.

- El muchacho te pide que esperes. - Me traduce Greson. Me doy la vuelta y les miro con cara interrogativa. El Rey y su invitado están discutiendo rápidamente. - El chico no es tan buen negociante como tú, parece que le iba a dar mucho oro a su majestad por la ayuda y ahora también parece que va a darle el control de dos buenas ciudades y su territorio.

- Si así es como usan sus países, me da igual realmente quien se quede con ellos, pero desde luego yo no seré su marioneta. - La discusión o negocio que estuvieran haciendo parece terminar y el Rey le da la respuesta a Ar.

- De acuerdo Ying, tú ganas, se aceptaran tus términos.

- Perfecto, entonces disculpadme, pero tengo que prepararme para mi próxima batalla. ¿Su alteza se quedara esta noche?

- Si, se irá mañana por la mañana. - Responde tras preguntar.

- Entendido, haré que mis hombres le preparen un lugar adecuado para él, que no se olvide de escribir las cartas antes de marcharse. - Salimos de la sala y de la posada. Todos me siguen mientras entro en una de las tiendas que se encuentran en la calle central y subimos al segundo piso donde se que hay un salón bastante acogedor con unos sillones de orejas muy cómodos. Me siento en uno de ellos y el resto se sienta donde puede.

- ¡Guau Ying! Has estado genial allí. - Me dice Jersa.

- Gracias. La verdad que no pensé que realmente fuera a conseguir ese trato.

- Pero lo hiciste perfecto. - Añade Lenger. - Les dejastes a todos con la boca abierta.

- Y lo de rechazarlo e irte fue una maniobra estupenda. - Agrega Jeves.

- En ese momento creí que realmente nos íbamos a ir con las manos vacías. - Le respondo.

- Me distes un susto de muerte. - Se sincera Greson.

- Pues no lo pareció, te levantastes como si ya esperases que lo fuese a hacer.

- Teníamos que apoyarte, sino ¿que clase de compañía somos que no estamos de acuerdo con nuestro líder?

- Bueno dejemos eso de lado, tenemos otras cosas que hacer. Roice, que uno de tus soldados se encargue de preparale un lugar a su alteza como le hemos prometido… que se asegure que sea un sitio lo bastante grande para ese enorme culo que lleva. A ser posible dentro de la posada, con todos sus invitados, nosotros nos repartiremos por la ciudad de momento, no quiero que anden por ahí sin vigilancia.

- Entendido. Será fácil tenerles controlados dentro.

- Greson, manda un mensajero a Rubles, que vengan aquí todos, no vamos a reconquistar dos países en una semana ni aunque fuéramos miles, debemos estar juntos.

- Lo haré de inmediato. Será un placer volver a reunirnos todos.

- También hay que preparar a reclutadores, tienen que poder hablar con fluidez el gilhense y tener mucho carisma.

- Yo me encargaré. - Se ofreció Nuar.

- De acuerdo. Cuando lleguen Rubles y compañía reorganizaremos la ciudad para nuestras necesidades.

- ¿Y si los supervivientes de la ciudad quieren regresar? - Pregunta Salvin.

- Como ya dije, el control de la ciudad será nuestro, si quieren regresar a sus casas podrán hacerlo bajo nuestras propias condiciones y tendrán que aceptar nuestras ordenes y leyes mientras estemos aquí. Si tienen alguna queja que se vayan a protestar a su Rey.

- Estoy seguro de que Rubles podrá hacer que tengamos una cómoda convivencia. - Eso espero, no es que quiera quitarles su ciudad, pero nuestros civiles que tanto han soportado, necesitan un lugar seguro después de tantas batallas. Y Nuar también se merece pasar unos días con su hija.

- Vale, mañana mismo comenzaremos con los planes para la reconquista de Drosura, necesitaremos mapas, sobretodo de las ciudades mas cercanas y sus alrededores, necesitamos saber como son sus terrenos. Incluiremos a Ar en nuestras reuniones en cuanto esa masa de carne con corona y sus invitados se marchen de aquí.

- Yo tengo una pregunta. - Dice Herge.

- Suéltala.

- ¿Cómo nos vamos a llamar?

- ¿Llamar? ¿Quién?

- Nosotros… la compañía… necesitamos un nombre, ¿no?

- Tiene razón. - Le apoya Jersa. - No podemos ser una verdadera compañía sin un nombre que nos identifique, y también deberíamos tener algún emblema o escudo.

- Estoy de acuerdo. - Añade Greson. - Un nombre y un emblema nos unirían en la batalla, será necesario para los nuevos reclutas.

- ¿Y que proponéis?

- ¿“Compañía Yulamiana”? - Roice parece dudar de su propia sugerencia.

- No solo seremos yulamianos, necesitamos otro nombre, ¿qué tal “Compañía de Yingzar”? - Propone Jeves. Me suena más a prostíbulo… y eso que nunca he ido a ninguno.

- Vaya, que gran imaginación. - Le espeta Lenger con toda la razón.

- Pues propón tu uno mejor. - Responde indignado.

- “Los Fantasmas Vengativos”. - Dice totalmente convencido. La verdad, no me gusta la idea de ser un muerto en vida, creo que nos daría mala suerte.

- Ya hay bastantes fantasmas en esta guerra. - A Salvin tampoco le ha gustado.

- Entonces “Los Mata Fantasmas”. - ¿Qué le pasa a Lenger? ¿Le habrá sentado mal la comida?

- Propongo un voto de silencio sobre Lenger. - Dice Jeves, y todos estamos de acuerdo.

- Necios… ya os arrepentiréis de esto. - Dice refunfuñando.

- ¿Qué os parece “Compañía Zarying”? - Esta vez es Jersa.

- ¿“Zarying”? - Los dos sonidos de mi nombre al revés. - No es muy ingenioso que digamos. - Replico.

- Pues a mi me suena bastante bien. - Esta vez es Herge quien apoya a Jersa.

- A mi también, me gusta… Compañía Zarying. - Nuar se les une.

- Estoy de acuerdo. Es sencillo, no es muy largo y no suena tan mal. - Dice Greson mientras Roice asiente a su lado. Lenger y Jeves parecen estar aún enfurruñados y a Salvin no parece disgustarle.

- Bueno, si eso queréis, por mí bien. - Digo no muy convencido. - Mirad a ver si hay tiempo de que lo ponga bien claro en las cartas y el resto de documentos que nos tiene que dar el Rey. - No se como ha pasado, pero la “Compañía Zarying” acaba de nacer.

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